Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

El Hombre-Bestia por Juan Manuel.

10/11/07 | |

EL APÓCRIFO FRANKENSTEIN
Fernando Iwasaki
María sabía que era su culpa, que no tenía que haberlo reñido cuando echó a volar aquellos pajarillos de barro después de soplarlos. Por eso no quiso decirle nada cuando lo vio de nuevo jugando en el lodo. ¿Cómo podía saber lo que estaba haciendo, por Dios? ¿Qué le diría ahora a José? Cuando lo vio entrar -encorvado y arrastrando los pies- le hizo prometer a Jesús que nunca más jugaría de nuevo a soplar figuras de barro. Pobre José, un hijo más y siempre virgen.
Le llamaron Judas.
LA MOSCA
Slawomir Mrozek
Me estaba molestando una mosca. Yo la espantaba, pero ella volvía, así que la volvía a espantar.
-Conque no, ¿eh? Vale, esperaré a que…
Se apartó un poco y se posó sobre un perro muerto.
-¿A qué? –pregunté.
No contestó. Y yo no insistí, temiendo conocer ya la respuesta.
LA OGRA
Guiomar Carrillo
Antes gritábamos y fingíamos llegar al orgasmo. Ahora nos los comemos crudos.
Textos encontrados en Máquina de coser palabras.

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Arriba, ilustración del Hombre-Bestia, realizada por mi amigo Juan Manuel.