UN MILLÓN DE SANDÍAS
Resulta que dos negros estaban dormidos en las laderas del Mississippi. Uno de los dos se desperezó, bostezó, suspiró y dijo:
—Cómo me gustaría tener un millón de sandías.
El otro negro preguntó:
—Rostus, si tuvieras un millón de sandías, ¿me darías la mitad?
—¡No!
—¿No? ¿No me darías un cuarto?
—No, no te daría un cuarto.
—Rostus, si tuvieras un millón de sandías, ¿no me darías diez sandías?
—No.
—¿No me darías siquiera una sandía? ¡A mi que soy tu amigo?
—Mira, Sam, si tuviera un millón de sandías, no te daría una sola raja siquiera, una sola tajada de sandía.
—Pero, ¿por qué, Rostus?
—Porque eres demasiado perezoso para soñar por ti mismo.
Isidoro Blaisten
En la foto, Anne Bancroft.