Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Anne, en las laderas del Mississippi

1/3/09 | |

UN MILLÓN DE SANDÍAS

Resulta que dos negros estaban dormidos en las laderas del Mississippi. Uno de los dos se desperezó, bostezó, suspiró y dijo:
—Cómo me gustaría tener un millón de sandías.
El otro negro preguntó:
—Rostus, si tuvieras un millón de sandías, ¿me darías la mitad?
—¡No!
—¿No? ¿No me darías un cuarto?
—No, no te daría un cuarto.
—Rostus, si tuvieras un millón de sandías, ¿no me darías diez sandías?
—No.
—¿No me darías siquiera una sandía? ¡A mi que soy tu amigo?
—Mira, Sam, si tuviera un millón de sandías, no te daría una sola raja siquiera, una sola tajada de sandía.
—Pero, ¿por qué, Rostus?
—Porque eres demasiado perezoso para soñar por ti mismo.
Isidoro Blaisten

En la foto, Anne Bancroft.