Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

La mano que te empuja

11/12/12 | |

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Momentos de absoluta soledad, en los cuales nos damos cuenta de que no somos más que un punto de vista, una mirada. Nuestro ser nos ha abandonado y en vano corremos tras él, tratando de retenerlo por el faldón de la levita.
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Hace una semana una anciana del último piso, días atrás el portero del edificio, ayer el vecino de los altos: regularmente esta casa va evacuando a sus muertos. Ellos veían por su ventana la plaza que yo veo, empujaban con su mano el portón que yo empujo, subían con sus pies la escalera que yo subo, saludaban con su bonjour a los inquilinos que yo saludo. Ahora ni ven, ni empujan, ni suben, ni saludan. Y no ha pasado nada.
Julio Ramón RibeyroProsas apátridas.