Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

1280 almas de "¡Alegría!"

8/5/13 | |

"...y que, detrás del gruñido del guitarrista, apareció en escena el cantante de la banda, multiplicando la agitación del público con la carrera de ida y vuelta que se pegó de un costado a otro de la tarima, en el colmo de la energía, con la capucha de su saco rojo convertida en capa diminuta. Luego el man se quedó en el centro, y ahí, sin parar de saltar y de mostrar que él estaba más loco que todo el puto mundo entero, agarró la base del micrófono con las dos manos, se encorvó, puso otra energía, una como serenidad extraña para alguien que acaba de hacer cien metros en trece segundos, y gritó "¡Alegría!". Esa mierda misma: Alegría, sin más y apenas levantando su puño izquierdo al aire."
Fragmento de C.M. no récord, de Juan Álvarez.