Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Un texto de Mark Strand.

19/5/20 | |

La misteriosa llegada de una carta inusual

Había sido un largo día en la oficina y después un largo viaje de vuelta al departamentito donde vivía. Cuando llegué y prendí la luz vi sobre la mesa un sobre dirigido a mí. ¿Qué pasaba con el reloj? ¿Qué pasaba con el almanaque? La letra era de mi padre, pero él había muerto hacía cuarenta años. Casi empecé a pensar que tal vez, solo tal vez, él estuviera vivo, que llevaría una vida secreta por ahí cerca. ¿De qué otro modo se explicaba lo del sobre? Para calmarme me senté, lo abrí y saqué la carta. “Querido hijo”, comenzaba. “Querido hijo” y nada más.
Mark Strand. Traducción de Isaías Garde.
En la imagen, obra de Käthe Kollwitz.