Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea.
De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.
Si me abrieran a mí, no encontrarían playas o paisajes, ni marcos de pintura o espejos; tampoco creo que encuentren callejones estrechos, complejidad enciclopédica, trenes en miniatura o maquetas de cartón corrugado. ¿Qué encontrarían? Quizás sí un manual para zurdos, una caja de colores acuarelables y un rapidógrafo Rotring de 0.5.
Gio Clavijo.