Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

La hora de la estrella, un fragmento

9/11/23 | |

 ¿El final fue demasiado grandilocuente para las necesidades de ustedes? Al morir, ella se volvió aire. ¿Aire enérgico? No lo sé. Murió en un instante. El instante es aquel momento de tiempo en que el neumático del auto corriendo a alta velocidad toca el suelo, después no toca y después vuelve a tocar. Etc., etc., etc. En el fondo ella no había pasado de ser una cajita de música medio desafinada.
Yo les pregunto:
—¿Cuál es el peso de la luz?

Y ahora, ahora sólo me queda prender un cigarrillo e irme a casa. Dios mío, sólo ahora me acordé de que la gente muere. Pero ¡¿pero yo también?!
No olvidar que, mientras tanto, es tiempo de frutillas. Sí.

Fragmento (final) de La hora de la estrella, de Clarice Lispector. Traducción de Gonzalo Aguilar.