Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Wells y Einstein

5/11/23 | |

Wells y Einstein

Aquel científico necesitaba saber qué sucedería si en la máquina del tiempo retrocedía al momento en que sus padres estaban por conocerse e impedía la relación.

Llegó a esa época sin mayores dificultades. Un joven llegaba al pueblo en donde el destino le depara una esposa. De inmediato supo quién era. No en balde había visto fotografías del viejo álbum familiar. Lo que hizo a continuación fue relativamente sencillo: convencer a su padre que allí no estaba el futuro, que mejor fuera a una gran ciudad en busca de fortuna. Y para cerciorarse lo acompañó a la estación de ferrocarril. Se despidieron y mientras desde la ventanilla una mano se agitaba, el riguroso investigador sintió cómo poco a poco se desvanecía hasta convertirse en nada.

René Avilés Fabila.