Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

La casa

21/8/25 | |

La casa


Venden esta casa: está llena de fantasmas: En la biblioteca está un abuelo que hace tarjetas navideñas con corazones de purpurina. En la tipografía, un tío que imprime avisos funerarios y programa de circo. En la sala, un padre que lee novelas policíacas hasta el fin de los tiempos. En la alcoba, una madre que está siempre pariendo la última hija. En el comedor, una tía que barniza cuidadosamente su propio ataúd. En la despensa, una prima que plancha todas las mortajas de la familia. En la cocina, una abuela que cuenta noche y día historias del otro mundo. En el patio, un negro viejo que murió en la guerra del Paraguay rajando leña. Y en el tejado, un niño miedoso que los espía a todos; solo que está vivo: ha sido traído por el pájaro de los sueños. 
Dejen dormir al niño, pero vendan la casa, véndanla de prisa, antes de que él despierte y se descubra también muerto. 

José Paulo Paes.