RUTH
Después de la muerte de su mujer, un hombre confeccionó una lista de
lugares que llevan el mismo nombre que ella: Ruth.
Encontró bastantes, no solo localidades sino también torrentes,
asentamientos, colinas e incluso una isla. Dijo que lo hacía por ella y que le
infundía ánimo la fe en que ella, de una u otra manera, seguía en este mundo,
aunque solo fuera a través de su nombre. Y, además, que cuando se detenía al
pie de una colina llamada Ruth, tenía la sensación de que su mujer no había
muerto en absoluto, que seguía existiendo, solo que de otra manera.
Financiaba ese viaje con el dinero del seguro de vida de ella.
Fragmento de Los errantes, de Olga Tokarczuk.